La bandera española está formada por tres bandas: roja, amarilla, roja. Esta combinación fue la ganadora de un concurso propuesto por el rey Carlos III, cuyo objetivo era el diseño de una bandera capaz de identificar sus barcos en alta mar. La combinación del rojo y el amarillo fue considerada la más visible desde lejos.
Para los vascos con voluntad de separarse de la nación española, los colores de la bandera nacional están empapados de la idea de «una España indivisible». En su región, el fervor de independencia de España no disminuyó con el acontecimiento de un gobierno democrático. Sus ataques terroristas no cambiaron la voluntad de España en seguir unificada. Un cierto grado de autonomía, diálogo, labor policial y excepciones económicas han fracasado en parar el violento conflicto. Estos fracasos son siempre utilizados como arma arrojadiza en las elecciones nacionales por los dos principales partidos: uno insiste en jugar duro y el otro se inclina hacia el diálogo.
En el verano de 1993 fui invitado a participar en una serie de conferencias con los estudiantes en Arteleku , en San Sebastián, y opté por llevar a cabo una performance de frontón en la galería de la escuela. Esta performance fue in situ, no en el sentido de conformar o complementar el espacio, sino en reconocimiento que tenía lugar en la región vasca.
El frontón es un juego competitivo en el que las manos de los dos contrincantes son utilizadas para servir y devolver con toda la fuerza posible una pelota contra la pared. El objetivo es ganar cada peloteo sirviendo o devolviendo la pelota con tal fuerza y rapidez que el adversario sea incapaz de mantener la pelota en juego. A pesar de que el frontón se juega en toda España, este juego es considerado esencialmente vasco, y en ningún sitio se juega tanto y con tanto fervor como en Bilbao o San Sebastián.
Para preparar «Frontón» en Arteleku , dos cuadrados, rojo y amarillo cada uno, de dos metros por dos, fueron pintados en una pared de la galería. Estas dos formas eran paneles que funcionaban en tanto que mural independiente de su inclusión o no en el juego. Los dos colores en la pared evocarían la bandera española tan presente y obvia en la medida en que la mente se inclinaba a percibirla. Con la pintura todavía fresca, dos jugadores comenzaron a jugar sin guantes, sin puntuación ni límite de tiempo. Jugaron con vigor, y pronto el sudor se mezcló con la pintura en sus manos. La mayoría de las veces la pelota daba contra los colores. Al comienzo se podían contar los pelotazos fuera de ellos. Pelotazos dentro de juego pero percibidos por la retina fuera de él: pelotazos colaterales. Muy pronto, sin embargo, hubo demasiados y con demasiada rapidez para seguir contándolos. El motivo inicial de la performance dio lugar a la monotonía, y las manos de los jugadores comenzaron a doler. El rojo y el amarillo en la pared ya no representaban una bandera, sino un impacto visual de colores. Con sus manos hinchadas por los golpes, los jugadores dejaron de lanzar la pelota con tanto entusiasmo, puesto que cada golpe dolía más que el anterior. Finalmente, y al unísono, los jugadores decidieron finalizar el frontón.